TRASTIENDA DEL RECUERDO: EL ALTAR DEL GREMIO DE LABRADORES Y UN INCIDENTE MEMORABLE
En el año 1876, Alcoy se engalanaba para celebrar el VI Centenario de la Aparición de San Jorge, un evento de gran trascendencia que impulsó la creación de altares por parte de las principales asociaciones de la ciudad. El Gremio de Labradores, con su habitual entusiasmo y un encomiable deseo de superación, no quiso quedarse atrás.
Con gran esfuerzo y a expensas propias, el Gremio levantó un altar en la abadía de la parroquia de Santa María. Se trataba de un elegante tabladillo cubierto por un dosel de ricas telas de seda y raso, bajo el cual se exhibían las imágenes de San Isidro, patrón de los labradores, y San Jorge. La iluminación, a base de velas de cera distribuidas en grandes candelabros de plata y bronce, así como en arañas de cristal, prometía un espectáculo de luz y solemnidad.
Sin embargo, el destino tenía otros planes. El mismo Día de San Jorge, y por causas que nunca se pudieron esclarecer, una vela encendida cayó sobre el dosel. El fuego se propagó con tal rapidez que, en cuestión de minutos, las llamas devoraron por completo la estructura del altar.
Este desafortunado incidente llevó al Gremio de Labradores a interponer un pleito contra el adornista, a quien responsabilizaban del siniestro y exigían una compensación por los daños y perjuicios. Aunque se desconoce el desenlace legal de este litigio, la reacción inmediata de los labradores fue digna de admiración: al día siguiente, en el mismo lugar, instalaron un altar improvisado. La única iluminación provenía de los faroles de las andas de los santos, y con esta sencilla pero poderosa acción, la situación quedó resuelta y apaciguada «en gracia de Dios».
Este percance fue uno de varios que ocurrieron durante aquellas fiestas, algo quizás inevitable dada la dependencia de la iluminación a base de velas en la época. Sin duda, este episodio de 1876 forma parte de la «trastienda del recuerdo» del Gremio de Labradores, una anécdota que, a pesar de lo infortunado, demuestra el inquebrantable espíritu y la devoción de sus miembros en Alcoy.